Hoy es otro día más, en el que me levanto, recuerdo que ya no te tengo, que ya te marchaste, y no encuentro mejores motivos que esos para arrastrar mis pies, medio cerrar los ojos, y seguir por seguir. Porque te fuiste en el peor de los momentos, cuando ya mi piel llevaba tatuada tu tacto, y siempre dando respuesta a todas tus caricias se erizaba por completo. ¿Qué le digo yo a mi boca? Si parece que reniega cualquier sonrisa que le mando, y no desea probar otro néctar que no sean tus labios. Solo soy aquella que te suplicaba cada noche, “no te marches”. Me obligan a respirar un aire que ya no lleva tu nombre. Vendrán las grietas a mi casa, vendrán las noches negras, vendrá la ropa desgastada, los ojos sin pintar… Y me acostumbraré. Lo llevaré como quien lleva maleta a cuestas. Y duele, pero que mas da si sigues faltando. Necesitando de ti, partiéndome el alma en cada frase. Y que conste, que me estoy acostumbrando. Hagamos un pacto, no vuelves a aparecer y yo aprenderé a vivir con ello.
Peor que el olvido…fue volverte a ver.
Bueno, decir lo primero que este texto no relata mi estado actual, pero seguro que si el de muchos y muchas :)
ResponderEliminarPues tienes razón, tengo una amiga que está pasando las mismas sensaciones y fases que en la entrada, se la voy a enseñar, a ver si consigo que se vaya animando.
ResponderEliminarUn saludo :)
me alegro que tú no te encuentres tan triste como la protagonista de tu relato.
ResponderEliminarla verdad en esta vida de encuentros y desencuentros, deberiamos estar más acostumbrados a decir adios
Por supuesto el volver a verlo es lo peor que puede ocurrir... el alma le reconoce y no quiere dejarlo marchar... Todo el trabajo puesto en el olvido se desvanece en un instante...
ResponderEliminarUN besote Mis Douceur... bonito nombre.